miércoles, 30 de octubre de 2013
UN PIONERO DE LA ARQUEOLOGÍA PERUANA GEORGE SQUIER (1821-1888)
EL ARQUEÓLOGO OLVIDADO DEL PERÚ DECIMONÓNICO
EFRAIM GEORGE SQUIER (1821-1888)
Hay hombres que no son necesariamente de una nación pero que sienten
atracción cuando lo conocen y más aun casi lo aman cuando lo estudian su
historia, es el caso de George Squier,
uno de los viajeros extranjeros del siglo XIX que pasó por Perú entre los años
de (1863-65), motivado más por la tentación de descubrir a los incas a través
de sus monumentos que por el encargo del gobierno norteamericano de solucionar
unos conflictos de la venta del guano. Sí algo llamó nuestra atención de este
polifacético investigador es la particular visión pionera que nos legó para la
historia nacional; es que él tal vez es uno de los primeros que concebía la
historia de los incas distinto a lo que los españoles cronistas contaban. Lo
que en la actualidad autores como María Rostorowski, confirmaron como la idea
del hombre andino empujado por la agreste naturaleza hacía una genuina solución
de los mayores embates de la misma y condicionado por esta a depender en cierto
grado todo el desarrollo y la expansión que desataron los incas desde el valle
fundacional, o la idea de la compleja
administración adaptados a cada contexto social diferente sea este en la costa
en la sierra o la selva, ya había sido afirmado por George Squier a finales del
siglo XIX cuando todavía el hombre europeo creía que la conquista del “misterioso
imperio inca” se había llevado a cabo por la sola fuerza y astucia de pocos
hombres, ideas como esta para Squier ya eran anticuadas más aun por su
formación científica, tuvo la inicial intuición de que la historia de los incas
sería distinto y que los monumentos seguramente hablarán de aquello como sí lo
hiso cuando por fin llego a la tierra de los hijos del sol. Esta pequeña idea
temprana para la historiografía peruana nos motiva a –reivindicar si así se tendría que llamar –, claro que su
aporte no solo es lo que mencionamos sino vasto; más por esta vez solo comentaremos los dos
primeros capítulos de su libro Un Viaje
por Tierras Incaicas publicada después de casi un siglo en el idioma
español, mientras que el original Perú:
Incident of Travel and Exploration in the Land of the Incas publicada en Nueva
York en 1877.
Los capítulos del libro en español del cual hablaremos someramente está
presentado por el rector de la universidad san marcos quien entonces era Juan
de Dios Guevara y prologado por el ilustre historiador peruano Raúl Porras
Barrenechea donde este comenta que de haber conocido Squier los escritos de Ondegardo,
Santillan, Betanzos, Cristobal de Molina, Sarmiento de Gamboa y Cobo habría
hecho la primera historia de los incas con una visión totalmente científica en
base a los restos arqueológicos como lo hacen en la actualidad, pero a pesar de
ello es considerado por Barrenechea como el precursor de la arqueología
científica peruana, pocos autores lo han citado, “ni Tello” El padre de la arqueología peruana, habría
mencionado. Más allá de estado de la cuestión este autor fue como ya se dijo un
apasionado investigador casi deportivo que recorrió el territorio peruano y
boliviano armado con lápiz, papel, cinta métrica, brújula y una cámara
fotográfica para registrar más de cuatrocientos planos de monumentos incas que
pudiera hallar en su camino. Como una fuente infalible las tuvo los escritos de
Inca Garcilaso de la Vega aunque sin caer en la interpretación subjetiva sino
más bien verificando In situ los
restos de las edificaciones de los hijos del sol como él los llama, su
itinerario comprendía desde la costa norte: ruinas de Chimú, como él mismo
señala desde 2° hasta 22° latitud sur, pasando
por las ruinas de Pachacamaq Cañete,
Pisco y Cajamarquilla en la costa central
continuando hasta Arica desde dónde se
adentra en la sierra peruana, luego en el altiplano boliviano describiendo y
dibujando las monumentales construcciones de los Tiahuanaco para luego bordear
el lago más alto del mundo, Titi Caca, con la idea de rastrear los orígenes de Manqo Qapaq y Mama Oqllu, solamente
hallando algunos rastro menores en las islas del lago. Una vez retornado a Qusqo Llaqta, se traza un esquema imaginario en base a los Ceques incas señalados físicamente por
los más de cuarenta caminos que partían en forma radial hacia los puntos
sagrados del imperio, habría recorrido
como menciona él mismo un radio de 160 kilómetros a la redonda. Una vez
ordenado exploró los caminos, restos arqueológicos, tambos, ushnos, puentes o
las oroyas que aún quedaban como señala en la introducción del libro. Su visión
científica hace que también describa la misma cordillera dando aportes
puntuales de lugares importantes, pasos o abras, encuentro de cordilleras o
nudos lagos y característica del suelo y relieve de las mesetas en la puna
desde el sur al norte peruano. Mencionando las coordenadas geográficas como por
ejemplo “el paso de la raya (14° 30’ latitud sur y 70° 50’ longitud oeste)
donde en un pequeño lago negruzco se encuentra la
Fuente: http://apuntesdearquitecturadigital.blogspot.com/2012/01/el-viajero-george-squier-en-la-ciudad.html
fuente del Amazonas”.
Desde su sensibilidad y la evidencia recogida en los restos de los andenes Squier concluye que los antiguos incas
supieron aprovechar el suelo cultivable al máximo dejando solamente los
terrenos agrestes o desérticos para las edificaciones de las ciudades y los
edificios públicos es así que “reconocían a cada niño traído al mundo, en la tierra del sol, que tenía derecho no solo al
agua, la luz y el aire sino también a un pedazo de tierra (dos tupos) y a la crianza y protección directa
por parte del estado. En tanto que el segundo capítulo dedica al viaje de Nueva
York a Lima, en ella narra cuán difícil era
entonces llegar a Sudamérica desde los EUA, esto comprendía una escala en Panamá
donde aprovechó para visitar la tumba de una migo que murió por efectos de
enfermedad tropical narra un poco la arquitectura de la ciudad con un tono casi
peyorativo rescatando uno que otro lugar o edificación digno de admiración; después
de unos cuantos días zarparon hacía el sur donde la segunda parada era en Guayaquil
cuyo rio Guayas es navegable por toda clase de embarcaciones curiosas según él
describe algunas construcciones de casas a la manera nativa. Algo que les
molesta a este autor es la atención en los puertos y aduanas que según dice las
instalaciones se encuentran en deplorables condiciones y su gente sucios y harapientos,
no sabemos qué tanto de certeza pueda tener sus palabras; Guayaquil un pueblo
tropical con una producción variada de frutas no podía faltar entre sus compras
de este autor ya que el amigable marinero le había mencionado que más al sur
solo podía ver un desierto que el Sahara le quedaría preferible, entonces bajo dicho
concepto de que la costa peruana era un árido
pero de los más horripilante con uno que otro valle que cruzaba como cinta verde
de adorno, con todo ello llega al puerto de Paita en Piura donde esta ciudad
tiene excelentes tiendas comerciales pero que pobremente una sola calle recta
lo ordenaba las grisáceas casas, mientras tomaba el agua que se traía alomo de
burro de unos cuarenta kilómetros desierto adentro. Después de comprar artículos
que según él necesarios para su trajín se enrumbaron directo hacía el callao ya
que Trujillo estaba muy lejos del puerto. Una vez en el primer puerto del Perú
esperaron la santa paciencia del capitán que de bienvenidas daba más bien
malavenido mientras tanto el autor se entretiene con los innumerables
embarcaciones estacionados como de lugar en la angosta dársena unos hombres de
mal vivir los esperaba a bordo de botes para descargar los equipajes. El puerto
de callao cuyas instalaciones le pareció un desastre del cual no podía nada
bueno que rescatar ni de su organización ni de su gente más una que otra morena
cocinando algún potaje digno de probar, después de tanto embrollo burocrático
pudo al fin enrumbarse con un lentísimo transporte ferroviario hacia Lima, de
esta ciudad habla en parte elogios en parte “pestes”.
El capítulo tercero enteramente dedicado a Lima y su gente en ella habla un poco de su historia y la fundación española
precisando algunas fechas como el 6 de enero de 1535 fecha que coincide con la epifanía
o la llegada de los reyes magos ante Jesús motivo por el cual lleva el nombre
de la ciudad de los reyes más fue celebrada la inauguración y escrito bajo
actas el día 18 de enero de allí su actual celebración del aniversario en dicha
fecha. También habla de la universidad más antigua de américa San Marcos
fundada el 12 de mayo de 1551, mientras da detalles del hotel Morín donde se
alojó ya que venía como ya se dijo a cumplir primero funciones políticas que al
parecer le aborrecía como se da entender en su escrito, da la ubicación de la
ciudad en función de la coordenadas geográficas (12° 2’ 34’’ latitud sur y 77°
7’ 36’’ longitud oeste) y cuya altitud según el autor estaba por los 165 m.s.n.m.
lo cual en la actualidad varía entre los 200 m.s.n.m, tampoco deja de mencionar
las murallas aunque según él nunca cumplieron funciones de defensa más que
ayudó para efectos de fiscalización y cobro de impuestos a los comerciantes;
algo que pudo anotar con precisión es el nombre actual de la ciudad como un
participio de la palabra quechua Rimaq que
quiere decir el que habla o hablador la misma que derivaría de un ídolo cuya función
era de oráculo según menciona en la zona de actual Miraflores, desde donde mutó hasta la actual palabra
de Lima y pasó lo mismo con el río adyacente a la ciudad pero en este caso
conserva la raíz de la palabra Rimaq
y en español Rímac, prosigue con su narración algo graciosa mientras da
detalles técnicos de la ciudad y cantidad de población según Squier que para el año que estuvo 1863 Lima tendría
una población promedio de 120 000 con un aumento de casi 90% de la población colonial
que bordearía por los 64 000 almas, con un promedio de crecimiento anual de
1274 personas. Otro aspecto en que se centra es la arquitectura de las casas
donde da importantes detalles como lo elementos de construcción la quincha un
elemento común por ser Lima una zona sísmica, para él no hay nada más aborrecible
que las cosas en desuso que se amontonan en los techos de la casa que en un
claro reflejo de la cultura de la gente, mientras reniega con estos hechos algo
que sí le regocija la conciencia son los templos monumentales incluido la
catedral entre ellos menciona San Francisco, La Merced, Los Descalzos, Santo
Domingo y el templo que estuvo de moda para las féminas de la alta sociedad de
entonces es San Pedro pero de ellos algo que le revienta los tímpanos es el
constante tintineo de las campañas algunos muy pesadas según como percibe este
peculiar autor. Otra cosa que le parece cosa casi demoniaca es los gallineros
de los techos de las casas cosas casual que le tocó alojarse el primer día
debajo de uno de estos y a la mañana como entre sueños uno simpáticos gallos
los despertaron. Menciona también qué el ejercito republicano estuvo compuesto
por nativos andinos y negros ya que por
su naturaleza son recios y rápidos cuando hay que hacer marchas largas a pie
por el interior del país mientras que en la costa los negros acostumbrados a montar
mulas son veloces en los correos pero que el andino no sabía en la mayoría de
los casos para quien peleaba tampoco le interesaba saber por justamente los
blancos hablan en español y aquellos no. Luego de esta narración casi subjetiva
pasa narrar plazas entre ellas dos la central y la plaza de la inquisición que
para ese entonces ya estaba con el nombre de Constitución, como último y del
cual resalta con adjetivos halagadores es el camal o el matadero de reses en la
cercanías del río Rímac que la técnica de obrarlo era algo habilísimo y rápido,
sin olvidarse de los paseos y alamedas que eran lugares admirables donde la
gente de la élite limeña iba a lucir hermosas joyas importadas desde ciudades europeas.
Otro hecho es el cementerio general que le conmovió las emociones por su excelente
diseño y cuya capilla era cosas de admirar.
No hay nada mejor como remitirnos a la misma fuente es decir al mismo
escrito del autor para poder recrear sus observaciones del Perú antes de la
guerra, y sobre todo el pionero estudio científico de la arqueología peruana en
relación a los incas una fuente que muchos autores se olvidaron de citar tal
vez por estar difundida en ingles pero ahora que ya existe una traducción
gracias a la iniciativa del ilustre historiador Raúl
Porras Barrenechea en el año 1941. En las siguientes notas comentaremos el
libro completo.
Fuente: SQUIER, Goerge Un Viaje Por
Tierras Incaicas, Crónica de una expedición arqueológica (1863-1865).
Editorial San Marcos. Lima. 1974. Pp. 312.
Para mayor información de su biografía:
http://es.wikipedia.org/wiki/Ephraim_George_Squier
FRAGMENTOS de texto y foto
comparaciones: http://apuntesdearquitecturadigital.blogspot.com/2012/01/el-viajero-george-squier-en-la-ciudad.html
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